Días sin alma
días nacidos de mala gana.
Con amenazantes nubarrones o con sol
radiante,
son días pálidos,
para los que no sirven las palabras,
ni los paseos sin rumbo,
ni los lápices de colores,
ni sofás con manta,
ni un libro de cabecera,
ni música trasnochada,
ni gritar,
desmedido esfuerzo
para que además moleste su ruido.
Días que nacen sin saber que ropa
ponerse.
Días en los que hasta la última mosca
aparece
para recordarnos su existencia,
que ni el polvo de la mesa molesta,
ni las costuras de los calcetines
revirados de dar vueltas.
Son días sin alma
que hasta cerrar los ojos cuesta.
Entre la indolencia y el desazón.
Con nieblina en la cabeza
y
humo en las entrañas
Mejor no hacerse preguntas
ni buscar respuestas,
ni entrar en peleas vanas.
ni entrar en peleas vanas.
Hasta un susurro tuyo está lejos.
Mejor no echar la cuenta del tiempo
que pasa,
dejar que el pensamiento vague por
cada instante
sin pedirle que sea búsqueda
y ver que se encuentra.
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