Tras la ventanilla
Los andenes, sus visitantes,
los que llegaron, los que esperan su
marcha,
la estación,
todo comienza a moverse.
Mientras otros lugares de acercan la
ciudad se aleja.
Se va quedando atrás tanta
monotonía que llena la casa
y de tantos días a solas.
Ya cogen velocidad los postes, las
vallas, los árboles, los campos.
Ya coge velocidad el mundo,
una parte corre a mi lado,
la que me ha tocado.
Tanta tierra entre medio
como demasiado es cualquier puñado.
Pasan velozmente los pueblos pequeños
y las casas solitarias abandonadas de
su cobijo
o huidas de la desesperanza.
Hacia delante o hacia atrás
pequeñas personas lejanas bailan una
contradanza.
Fuera,
demasiado rápido si miras de
cerca.
Lo
lejano,
todo va con calma, como mi mirada.
Dentro,
quietud y somnolencia.
Estaremos a mitad del recorrido
es hora de mirar hacia dentro.
El pasar y pasar adormece la mirada, los
sentimientos, el pensamiento, los recuerdos y mi cuerpo.
La velocidad desaparece si reniegas de mirar tras el cristal.
Nunca lo hice cuando era niño.
El tedio puso un libro en mis manos.
Otro viaje.
Alrededor de mi el mundo se ha movido,
yo aquí esperando
a que se pare en la próxima estación.
La sed hace asomarme a la ventana,
la sed de ti,
la sed de ti también aviva tu recuerdo,
tus horizontes se acercan,
se acercan tus ojos que esperarán los míos,
se acercan tus cálidos brazos a mi
encuentro.
Tras la ventanilla me llegó tu mundo,
ahora esperará otras miradas,
otros encuentros.