HAY DEMASIADOS SERES VILES
No han
echado el cuerpo del vendedor de libros a la cuneta,
aunque
convirtieran en soflamas ponzoñosas
las palabras
de sus libros repudiados,
otras manos mercenarias
lo han hecho,
sus manos
estaban en otras chanzas,
Encontrarán reproches
en el aire
pero estos
no pararán en su puerta.
Tal es el
juego
que no les importa sumar el delito,
ya fue hecho.
¿Y sus culpas?, por el antes y el
ahora,
ignorantes y vanas.
¿Y la penitencia?,
la tendrán que asumir inocentes que
han tenido la desgracia que coincidir en la cama.
¿Y los deudores?,
-esos míseros, que les agreden con sus suplicas-.
Escondidos
en chozas de melamina, en portales oscuros,
en casas a plazos o en mansiones de cristal tintado.
Son capaces de esconder su nombre y sus culpas
en los bolsillos de sus hijos.
Hacen de la calle una jaula, de los cubos de confetis, charcos de lodo.
Son soberbia que pierde el cálculo del daño.
en casas a plazos o en mansiones de cristal tintado.
Son capaces de esconder su nombre y sus culpas
en los bolsillos de sus hijos.
Hacen de la calle una jaula, de los cubos de confetis, charcos de lodo.
Son soberbia que pierde el cálculo del daño.
Se acomodan en su cuna
para seguir mamando miseria.
¿Y el vendedor?,
- llamó en puerta equivocada-.
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