Tendido sobre un sillón
Tendido sobre un sillón dejé que me
apresara aquella tarde somnolienta y gris, sólo una sombra caminando por la
habitación que dibujaba formas nítidas sobre el suelo y la sensación del
revoloteo mudo de alguna de las últimas moscas del verano, hacían inquietar mi
soledad.
El mundo quieto, un único movimiento y un único sonido, el del su roce con el suelo.
El mundo quieto, un único movimiento y un único sonido, el del su roce con el suelo.
Solo me importa seguir su camino. Decidió escalar y me llevó hasta la silueta de una naciente cordillera con unas marcadas mesetas y algún seco arbusto.
Su orden, el mío, descubro capas de hojas sueltas o anilladas, apresadas entre sí que se han ido posando por la cadencia del día a día. Capas y capas de encuentros, de acontecimientos, de compromisos, de propósitos, de tiempos cara con cara, de soledades.
Qué importa si esperan pacientes que alguien
desentrañe sus tripas y les dé sentido.
Me da lo mismo si fuera un desierto o
una suave playa.
No tengo curiosidad por la tendencia que tiene la vida por la
superposición horizontal de los estratos, por sumar capa a capa, por ocupar la
tierra, por taparla, por poner cosas sobre ella, por poner vida sobre otras
vidas y menos en hurgar en ella.
Que buen momento sería para hacer
limpieza y ordenar alma.
No me siento arqueólogo, ahora solo
es momento de ahora.
Nada va a conseguir que me levante.
Voy a cerrar los ojos,buscaré otra sombra
y su luz,
para caminar a su lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario